5 reglas para escribir bien
Escribir es difícil. Escribir bien, más aún. Ernest Hemingway decía que lo único que tienes que hacer para escribir es sentarte frente a un escritorio a sangrar. Qué linda suena mi carrera. Desde que me gradué de una maestría en letras, no paro de hacerme la misma pregunta: ¿qué cosas hacen a un buen escritor? Cada vez más, pienso que ser escritor es menos como ser músico, pintor o poeta (el poeta es como la hamburguesa; la hamburguesa es tanto un sandwich como el poeta es escritor, yes, but not really) y más como ser arquitecto o ingeniero. Lo que hace a un buen escritor tiene más que ver con herramientas y práctica y menos con divina providencia. Como todo arte, expresarse no es fácil, pero tampoco se tiene que sufrir para hacerlo bien. Entonces, ¿cómo logramos escribir bien sin ser Hemingway? ¿Cómo logramos escribir sin requerir una transfusión de sangre?
He pasado los últimos meses (y años) editando textos de otras personas, desde ensayos académicos hasta libros corporativos. En mi cuaderno, he ido apuntando los patrones que diferencian los buenos textos de los malos y las reglas implícitas que uno necesita saber para mejorar cómo escribe. Cuando leo mis apuntes, me doy cuenta que las personas que creen ser pésimas redactando no están tan lejos como creen de poder hacerlo bien. Creo que la mayoría de nosotros tenemos una base sólida de expresión escrita y solo falta aplicar algunas guías para que todos nuestros textos fluyan con facilidad y destreza. Me atrevo a definir el arte de escribir bien como algo que se lee fácil y se piensa mucho, un texto que tiene una intención y la cumple, sin importar su categoría; un cuento, un ensayo, un correo, una descripción, un slogan. La buena escritura te hace sentir algo, por más pequeño o grande que sea, por más importante o efímero, por más elegante o casual. Basado en los patrones que he observado a través de los años escribiendo y editando, quiero compartir con ustedes 5 reglas para escribir bien (o mejor) y para hacer sentir algo con tus palabras.
1. Simple siempre es mejor. Creo que todos hemos cometido el error de querer sonar inteligentes cuando escribimos. Usamos palabrotas como elucidó o exclamó en vez de dijo y pensamos que la forma más complicada de decir algo es la forma más inteligente. Para esta regla, me robo una frase de The Elements of Style: “Sólo porque una palabra aparezca en el diccionario, no significa que deberías usarla [...] La simplicidad demuestra destreza”. En la mayoría de casos, la forma más simple de expresión es la más clara y la más poderosa. Es mucho más potente decir “mi abuelito siempre decía que yo era su nieto preferido” a decir “mi pariente octogenario expresaba con énfasis que yo era su nieto predilecto”. Si usas palabras complejas todo el tiempo, les quitas su fuerza y te arriesgas a cometer el error más gigante en la escritura: que tu lector no entienda ni un carajo.
2. Usa tu voz natural. No hay nada más satisfactorio para un lector que leer algo que fluye. El otro día, le pregunté a mi novia Sofía qué tenía de especial el libro que la tenía pegada a su Kindle por horas y me dijo: “No sé bien cómo explicarlo pero este libro fluye demasiado. La voz tiene una chispa.” La fluidez a la cual usualmente nos referimos tiene que ver con la voz. Si no escribimos en nuestra voz natural o una voz que nos fluya al teclado como el agua de un río, ¿cómo esperamos que le fluya al lector? Nunca tengas miedo de escribir algo exactamente cómo lo dirías, aunque creas que suene simplón. La próxima vez que escribas algo, léelo en voz alta y pregúntate si suena como algo que dirías tú.
3. Sé lo más específico posible. La universalidad se alcanza a través de lo específico. Por más contraintuitivo que suene, mientras más intentamos apelar a todos, menos efectivo es nuestro mensaje. Cuando somos específicos, le damos al lector el espacio para identificarse con lo que estamos diciendo. No es lo mismo decir “me gusta el pastel” a decir “me gusta el pastel de fresa con chocolate de la pastelería de la esquina de mi casa, a la que mi abuela me llevaba todos los domingos.” Puede que a ti no te interese mucho el pastel pero la primera oración no te dijo nada de nada y la segunda te dijo mucho y, con suerte, te hizo sentir algo por la persona que lo dice. Por último, evita generalizar. No escribas “yo estoy interesado en muchas cosas”, dime qué son esas cosas que te interesan (¿baloncesto? ¿magia? ¿acrobacia? ¿cocina árabe? ¿coleccionar insectos?) y cuéntame por qué. Lo específico es más interesante.
4. Sé breve y conciso. Llega al punto que quieres hacer lo más rápido y con la menor cantidad de palabras posible. El poder de la expresión está en su brevedad. La próxima vez que escribas algo, redúcelo a su esencia y verás la potencia que toma. Cada palabra pesa más cuando hay pocas otras que la acompañan. La poesía tiene tanto poder por ser esbelta y breve. Si te acostumbras a escribir de forma concisa, tus oraciones largas van a tener un impacto mucho más grande cuando decidas usarlas. En su libro On Writing Well, William Zinsser dice: “El secreto para escribir bien es desnudar cada oración hasta sus componentes más simples [...] Menos es más y breve es mejor.”
5. No lo cuentes, muéstralo. Si hay una frase que se repite demasiado en la carrera de literatura es esta; la famosa “Show, don’t tell.” Con esto, nos referimos a que es mucho más valioso para el lector ver lo que estás diciendo que sólo escucharlo. No es lo mismo decir “le gustó mucho la comida” que decir “cuando tomó el primer bocado cerró los ojos y dejó que se pintara una sonrisa nostálgica en su rostro”. Cuando quieras expresar algo, danos el ejemplo visual en vez de solo hacer el punto; déjanos verlo.
Para resumir, les dejo acá las 5 reglas para escribir bien:
1. Escribe de forma simple
2. Escribe con tu voz natural
3. Escribe de forma específica
4. Escribe de forma concisa
5. Escribe para mostrar, no contar
[Ni una gota de sangre fue derramada redactando este correo. ¡Suerte escribiendo!]